miércoles, 12 de diciembre de 2007

Internet de desayuno, almuerzo y cena

Somos los protagonistas de nuestra propia historia. Podríamos decir que esta frase describe muy bien el rol que cada uno de nosotros cumple dentro de la sociedad, pero un nuevo actor se ha integrado a la película de la modernidad: internet quiere obtener el rol protagónico, y lo está logrando.

Envíame un e-mail para organizar la reunión de mañana. Hablemos por Messenger para coordinar las partes del trabajo que faltan. Baja una canción buenísima de The Killers que encontré ayer en la web. Sube el video de mi fiesta de cumpleaños a Youtube para que todos los que fueron lo puedan ver. Arregla mi foto en Photoshop para que mi nariz se vea más pequeña. Hace algunas décadas, todas estas frases y términos eran completamente ajenos a nosotros. A medida que Internet y el World Wide Web fueron expandiéndose por todo el mundo, las personas se comenzaron a familiarizar con el mundo online y fueron poco a poco integrándolo a su vida cotidiana.

La mayoría de nuestras actividades giran en torno Internet. Ya no podemos escapar de la tecnología como antes, cuando usar un computador era opcional y no usarlo no era motivo de estar fuera del tren de la actualidad. Existen algunos que aún se niegan a aceptar que Internet es una buena herramienta tanto de trabajo, como de comunicación, y hacen lo imposible por mantenerse alejados de la tecnología. Sin embargo, hay quienes han sabido aprovechar los beneficios que conlleva el estar conectado al mundo virtual, y han sido capaces de integrarlo a su vida cotidiana por completo.

Así como nosotros evolucionamos y nos vamos adecuando a los avances de los nuevos métodos de comunicación, Internet también lo ha hecho cuando es necesario. En un principio todos los contenidos ahí divulgados estaban bajo el control de administradores que regulaban cada comentario, herramienta y contenidos que se publicaban. Poco a poco, la web fue dando la oportunidad a sus usuarios de interactuar con otros, de opinar libremente sobre sus pensamientos, cosa que los medios de comunicación tradicionales no ofrecen cabalmente.

A través de los blogs, el mundo virtual abre las puertas a sus usuarios para que éstos propongan temas de discusión, compartan sus gustos, publiquen fotos y creaciones personales, etc. Son una instancia para comunicarse virtualmente con personas que se interesan por lo que a otros usuarios les interesa, y además da la oportunidad a su creador de regular los temas a discutir.

Otro fenómeno que ha tomado fuerza actualmente es la capacidad del ciudadano de reportear los hechos que a su parecer son noticia. Ya no son sólo los medios tradicionales los que determinan lo que es importante para las personas, sino que se da la oportunidad a la gente común y corriente de ser partícipe del mundo en que están viviendo

Tierra y cultura muelen juntas el café

De día, el solicitado plato de porotos con rienda, las abundantes porciones de chorrillana y el tradicional pisco sour artesanal tientan el olfato de quien pase por afuera de sus puertas. De noche, estas mismas puertas se abren de par en par para dar la bienvenida al desfile de notas musicales que se pasearán por el oído de los amantes de las trovas. El Café Brazil declara al amanecer, que el tiempo para dormir no está entre sus libros.
La historia del Café Brazil se comienza a engendrar hace 12 años en un pequeño local ubicado en la calle Compañía de Jesús, justo al frente de la Plaza Brasil. En sus inicios era un café al paso, lugar en donde los transeúntes se detenían unos minutos para comer un sándwich de miga, tomar una taza de café o simplemente refrescarse con un vaso de jugo natural. Luego de haber estado algunos años en el mismo sitio, los dueños del café instalado en el corazón del tradicional barrio Brasil, decidieron buscar un nuevo local que les permitiera expandir este lugar de encuentro. Sin embargo, el traslado hacia la nueva ubicación no fue nada fácil.
La familia militante comunista creadora del Café Brazil, debió luchar contra una serie de complicaciones que se le presentaron, y para lograr establecerse en Ricardo Cumming 562, lugar en donde actualmente se encuentra el café, tuvieron que imponerse ante un grupo de vecinos que peleaban fehacientemente para que ningún negocio se instalara cerca de sus hogares. Una vez que se logró conseguir todos los permisos y patentes, el Café Brazil comenzó poco a poco a llenar las calles con un manifiesto sabor a cultura y a reunir personas ansiosas de tener un espacio en donde compartir sus ideas y opiniones.
El Café Brazil no siempre se llamó de esta manera. En primera instancia, sus dueños no encontraron un nombre indicado para bautizar el local, y es justamente en el momento del traslado que surge el nombre que actualmente nos permite reconocerlo. Decidieron llamarlo así por los todos los problemas que tuvieron que superar para establecerse, basándose en la película “Brazil”, la que además hace relación al contexto histórico que se vivía en Chile en ese minuto. La dictadura de Augusto Pinochet no permitía el desarrollo cultural y regulaba toda entidad, grupo o iniciativa que buscara rescatar ideas políticas opuestas a su gobierno, lo que claramente retrasó de alguna manera el trámite de las patentes que permitirían que el Café Brazil se instalara.
Junto con el paso de los años, fue convirtiéndose en un lugar de reunión, en donde se hablaban temas de interés colectivo, como lo eran el marxismo, la situación chilena de ese minuto y la lucha por la preservación de la cultura latinoamericana que cada día se olvidaba un poco más. Algunos de los asistentes a estas largas charlas, y que el Café Brazil apadrinó como clientes frecuentes, fueron por ejemplo, el bailarín Patricio Bunster, fundador de la Escuela de Danza Espiral, quien llegaba sagradamente todos los miércoles por la noche al café.
La decoración del Café Brazil habla por sí sola. Es imposible no notar en la entrada del local una inmensa pancarta con la imagen de la fallecida Gladys Marín, símbolo que demuestra la intención de mantener viva la personalidad de la ex líder del Partido Comunista. Una pequeña entrada oscura, tapizada de afiches promocionando la visita de diversos artistas y trovadores es la tan solo un adelanto de lo que guardan las paredes del Café Brazil.
Al ingresar al lugar, inmediatamente se escucha una música de fondo, la cual debe cumplir con las condiciones que el café considera pertinentes: tienen que ser melodías de origen latino, por lo que el rock o la música en inglés no tienen cabida en este espacio. En una pared amplia que está detrás del escenario, hay un dibujo pintado a mano con colores cálidos, el cual está acompañado por la frase: “Café Brazil, lugar de encuentro, rincón de amigos”.
Las mesas y sillas que reciben a los visitantes diariamente en el café, fueron diseñadas especialmente por un carpintero cubano, quien se preocupó de que nadie más tuviera unos muebles iguales a estos, lo cual es uno de los elementos que dan al Café Brazil su propia personalidad. Cada una de las paredes que ponen de pie al lugar está repleta de pequeños mensajes escritos por personas destacadas que han visitado el café, pero también quien quiera escribir alguna opinión, hacer un dibujo, o hasta incluso dejar grabada una declaración secreta de amor, tiene la oportunidad de hacerlo.
Además, es posible ver pancartas, afiches y fotos similares a las que están en la entrada, en donde se destaca la imagen de varios líderes políticos de la historia y del mundo actual, como por ejemplo, Ernesto Guevara, Víctor Jara, Salvador Allende y Evo Morales.
Gladys Marín en casa

Al igual que cuando nació, el Café Brazil es considerado un punto de reunión importante para algunos políticos que actualmente militan en el Partido Comunista. El ambiente de familiaridad y confianza que se forma dentro de este lugar, además de la historia que acarrea la casa que se transformó para instalar el café, atraen a los seguidores del legado que en parte dejó Gladys Marín. Fue precisamente en este lugar donde se encontraba el comando presidencial de la ex presidenta del PC, y en donde además se tomaron las decisiones más importantes durante su campaña electoral.
Es ahí donde se decidió presentar la primera querella en contra de Augusto Pinochet y del gobierno militar, se definió la política civil del comando y se tomó la determinación de alzar los movimientos sociales. Vladimir Aranibar, encargado de prensa de la campaña de Gladys Marín y actual director cultural del Café Brazil, vivió desde muy cerca su carrera política. Estuvo presente en la mayoría de las reuniones que decidirían las acciones del Partido Comunista y acompañó a Gladys Marín en el momento que fue desalojado el Comité Central y luchó junto a ella contra la fuerza de Carabineros.
“La Gladys era una mujer de armas tomar, nunca se dejó llevar por las críticas que se hacían a su campaña, y cuando los militares nos sacaron del comité, ella siempre siguió con sus ideas marcadas. A pesar de que le quemaron la ropa, y a varios de nosotros nos rompieron uno que otro brazo, ella nos daba el aliento para no darnos por vencidos.” Como actual encargado de coordinar las actividades culturales del Café Brazil, Aranibar se ha encargado de mantener viva la esencia de Gladys Marín a través de una serie de charlas y homenajes.
Cuando el cáncer de la ex líder del PC ya estaba avanzado, se hizo una exposición fotográfica de varios momentos de su vida, en donde además participaron varios músicos, entre ellos Patricio Manns y Gerardo Alfonso. Otra situación que dio pie a un reconocimiento en el café, fue el caso de Eduardo Miño. Este hombre, quien era militante del partido comunista, se inmoló en la Plaza de la Constitución de Santiago en modo de protesta contra la falta de oportunidades laborales.
En el Café Brazil se le hizo un homenaje para mostrar un ejemplo de lucha y determinación, episodio que ocupa un lugar importante en la memoria del local ya que en una esquina está instalada la estatua de fierro forjado de la figura de Miño que donó un artista amigo.
Entre trovas y guitarras

Una las principales características que posee el Café Brazil es que desde el momento de su creación, hasta el día de hoy, ha prestado su escenario para que artistas de toda Latinoamérica vengan a mostrar su música a nuestra capital. Uno de los personajes más recordados entre los que han pasado por el café es Francisco Villa, uno de los principales jefes de la Revolución Mexicana. Otros artistas más contemporáneos, tales como Alejandro Filio y Silvio Rodríguez, en su momento repletaron la capacidad que tiene el café para recibir público, y fueron dibujando lo que es actualmente la lucha en contra de la pérdida de las costumbres sudamericanas que tanto defiende el Café Brazil.
Lo que diferencia este boliche de los demás, es que la totalidad de las recaudaciones que se obtienen después de cada presentación van al bolsillo de cada artista, por lo tanto es claro que el lucro queda en segundo plano. La política de anti-negocio que define al Café Brazil, permite enfocar la atención en lo que realmente le interesa a sus dueños: alimentarse de la riqueza de la cultura, y no ocupar esta misma para producir alimento.
Además de recibir a figuras reconocidas nacional e internacionalmente dentro del mundo de la música, también se le da la oportunidad a artistas novatos o poco conocidos para que muestren su música y den a conocer sus trovas y melodías en un ambiente tranquilo y mas bien familiar. El éxito de esta iniciativa está reflejado en la gran demanda que existe por conseguir entradas para los diferentes shows que se ofrecen en el café, y además, porque desde aquí hasta marzo del próximo año no existe una sola noche disponible para una presentación.
Ocurrió en cierto momento, que algunas personas intentaron aprovechar el eminente éxito que estaba teniendo el Café Brazil para así crear ingresos en beneficio propio. Como no existe ningún tipo de restricción o discriminación en torno a quien presenta su show en el café, en un principio no se les negó la entrada. Sin embargo, una vez que los dueños y coordinadores culturales notaron que los artistas estaban exigiendo que un porcentaje de la plata recaudada en su presentación se les entregara a ellos, decidieron no permitirles más la entrada al local, para que así la verdadera esencia del Café Brazil no fuera violada.
A pesar de la situación anterior, el café no niega la opción a ningún trovador de presentar sus partituras, pero la única condición inviolable es que toda música que se escuche dentro del Café Brazil debe ser de origen latinoamericana.
Cultura sin fronteras y fuera del límite

Debido a la tarea que se ha impuesto el Café Brazil de preservar la unidad sudamericana y de conservar las raíces de cada nación latinoamericana, es que ha cultivado importantes relaciones con los movimientos comunistas de otros países. Dentro de los grupos que apoyan, está el MAS de Bolivia, el frente Faraúndo Martínez de El Salvador, el frente sandinista de Nicaragua y algunos movimientos ecuatorianos, entre otros. Además de mantener un contacto continuo con los principales impulsores de estos movimientos, prestan ayuda a los grupos emergentes que se encuentran marginados en su propia sociedad.
La influencia que ha tenido el Café Brazil dentro de Chile ha generado la creación de lugares con características parecidas, en donde la cultura es su principal motor. Uno de los proyectos que se creó hace cuatro años es el Centro Social Sindicato, el cual está ubicado en la comuna de Maipú. El principal motivo que llevó a la creación de este centro viene de la necesidad de un grupo de trabajadores metalúrgicos de tener un espacio para desarrollar actividades culturales y sociales junto a su comunidad.
El Café Brazil sirvió como ejemplo para los creadores del Centro Social Sindicato, y al igual que en el primero, aquí las actividades y talleres se impartían de manera gratuita para así fomentar la participación de las personas en la cultura. A medida que pasó el tiempo, el motivo inicial comenzó a opacarse, y debido a la falta de recursos y al poco apoyo que el gobierno les brindó, tuvieron que empezar a cobrar por los talleres y a poner precio a las entradas para los shows.
“Es lamentable que iniciativas como nuestro Centro Social Sindicato tengan tan poca importancia para las autoridades. Nosotros tuvimos que dejar de lado el gusto por la música, el arte y la danza, para enfocarnos en sacar cuentas y pedir créditos para sacar nuestro proyecto adelante”. Es la opinión de Sergio Fuenzalida, actual director del centro.

El señor de las llamas

A pesar de los años de sacrificio y las leves jorobas que acarrea en su espalda, no existe razón o fuerza mayor que aleje a este hombre de su pasión. Para muchos, es difícil entender que una labor gratuita y voluntaria pueda producir remuneraciones impagables. Enrique Pérez (58) decidió entregar su vida para luchar contra las llamas, y no existe un solo minuto en que no se sienta orgulloso de haber tomado este desafío.

Este hombre residente del barrio Brasil, acaba de cumplir 40 años de voluntariado en la 9º Compañía de Bomberos. Su vocación por el servicio la fue forjando desde pequeño; era su padre quien estaba siempre contándole historias de bomberos e instándolo a que se interesara en el tema. Más adelante, Enrique decidió estudiar una carrera técnica en Prevención de Riesgos, y es ahí donde conoció a uno de sus mejores amigos en la actualidad. Miguel Ortega, quien estudiaba junto a Enrique, hace varios meses había estado interesado en ofrecerse como voluntario en la compañía de bomberos de su comuna. A la semana siguiente, los dos amigos fueron a la 9º Compañía de Bomberos a averiguar de qué se trataba el voluntariado. Desde ese minuto, su vida no se alejó más de las sirenas y las mangueras.

A pesar de tener 1,83 de altura y 90 kilos de peso, Pérez asegura que la fuerza física es el reflejo de la fuerza del corazón. Cree que de nada sirve tener poder físico si no es usado adecuadamente. “Yo soy un hombre muy bruto. Desde chico descargaba mi rabia pegándole patadas a las puertas y rompiendo platos, pero a medida que fui descubriendo una forma de canalizar esa fuerza en cosas útiles, mi vida fue tomando otro sentido”. Curiosamente, luego de décadas de apagar incendios y luchar contra fuerzas mayores, la cicatriz más notoria en el cuerpo de Enrique está en los nudillos de su mano izquierda: a los trece años, luego de una discusión con su hermano mayor, atravesó de un sólo golpe un ventanal de su casa. Aún recuerda con humor aquel episodio absurdo.

Bombero de golpe

Enrique Pérez no es un hombre de rencores. No le cuesta perdonar a los que le hacen daño, pero no soporta que ese daño sea hecho a los que no se pueden defender, y sobre todo, no perdona a los cobardes que amedrentan con las llamas. El 11 de septiembre de 1973, Enrique caminaba como todas las mañanas a su trabajo en Ferrocarriles del Estado, cuando un llamado sorpresivo enviado por la Comandancia de Bomberos de Santiago ordenó el acuartelamiento general de todos los voluntarios del país. Sin estar seguro de lo que debían hacer, los bomberos reunieron sus equipos y se vistieron de traje rojo.

Horas más tarde, las noticias informaban que Valparaíso había sido tomado por las Fuerzas Navales, mientras que en la capital, los bomberos escuchaban cómo los aviones Hawker Hunter sobrevolaban el cuartel para dirigirse al Palacio de La Moneda. Pérez se estaba preparando para cualquier panorama, y la cojera que durante las últimas semanas lo había estado molestando, no sería un impedimento para luchar por la patria. El primer incendio se inicia en la Sede del Partido Socialista, le seguiría la explosión en La Moneda. Una vez allá, Enrique y sus colegas comenzaron a ofrecer ayuda a las personas heridas, quienes no podían levantarse por sí mismos debido a la gravedad de sus quemaduras.

Un día después del golpe militar, Pérez fue trasladado al Ministerio de Defensa donde desempeñaría funciones de comunicación. Estaba a cargo de recibir los llamados del Cuartel General y despacharlos a las distintas compañías, todo esto supervisado por hombres del Ejército. A pesar de que los bomberos eran muy respetados dentro del Ministerio, Enrique cuenta que en los pasillos ya no cabían más detenidos y que estaban unos arriba de otros como animales.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Innovación y comodidad entre cuatro paredes

A pasos de la Plaza Brasil, centro cultural y corazón del barrio, están ubicados los dos principales condominios de lofts. A pesar de su aspecto simple y a medio terminar, este nuevo concepto de vivienda forma parte de las nuevas tendencias arquitectónicas y cada día más personas deciden trasladarse al sector para obtener exclusividad y confort, pero sin perder tradición y cultura.

En el año 2001, la inmobiliaria Ipanema Ltda. decidió arriesgarse con un proyecto poco conocido en Chile, pero que de seguro en un futuro tendría gran éxito. En Europa la era de los lofts estaba en su mayor auge y cada vez más personas decidían adquirir este tipo de propiedades. Se trata de departamentos que generalmente no sobrepasan los 100 metros cuadrados, en su interior no contienen separaciones entre los ambientes y por ende las puertas no cumplen ninguna función. Sin duda, lo que más los caracteriza es que son construcciones poco complejas pero a la vez firmes y además sus paredes interiores y exteriores no tienen recubrimiento lo que permite una decoración libre y minimalista.

El concepto de loft nace después de la Segunda Guerra Mundial, en ciudades como Nueva York y Chicago, en donde grupos de artistas empezaron a ocupar grandes bodegas vacías para instalar sus viviendas. Aprovechando la gran altura de los galpones, superpusieron dos o tres pisos para instalar recibos de cocina, dormitorios con baño y tal ves, un taller de trabajo. Toda esta estructura estaba enmarcada por un gran ventanal, el cual permitía una vista panorámica de la ciudad.

A medida que pasaron los años, esta idea se fue perfeccionando y grandes arquitectos europeos y norteamericanos decidieron llevar a terreno la construcción de modernos lofts, pero sin nunca dejar de lado el diseño original que los caracteriza. Debido a que son viviendas de tamaño pequeño, están dirigidos generalmente a personas solteras o también a parejas, pero también hay excepciones en que familias de pocos hijos deciden comprar uno.

La intención de importar el proyecto de los lofts a Chile es atraer a un público determinado, el cual abarca principalmente a adultos jóvenes recién egresados de su carrera profesional o que están comenzando su vida laboral, además de estudiantes universitarios que desean tener algún grado de independencia de sus padres, o que simplemente buscan vivir más cerca de su lugar de estudio. Dentro de los condominios de lofts del barrio Brasil, existen dos ubicados alrededor de la plaza que son los pioneros en el rubro.

Loft Plaza Brasil, ubicado en Compañía de Jesús 2151, fue construido en el año 2001 por Cintolesi Propiedades. Su arquitectura propone un diseño moderno y su aspecto hace creer que se trata de una obra gruesa no terminada por el concreto a la vista. Con un conjunto de 78 lofts de dos niveles y 10 de 3 niveles, este condominio ofrece alternativas según el tamaño y precio que el comprador necesite. Una de las características que se observan dentro del recinto es que todos los vecinos mantienen sus ventanas sin cortinas o persianas, lo cual permite apreciar claramente la decoración de cada uno de los loft.

Rodrigo Irrazabal vive hace 7 meses en Loft Plaza Brasil. En el año 1988 estudió economía en la Universidad Arcis y diez años más tarde decidió comenzar su carrera como periodista. El barrio Brasil es algo familiar para él ya que durante sus años de estudiante caminaba siempre por las calles del sector y además se juntaba con sus amigos a comer todos los viernes en el restorán “Don Feño”, ubicado en la calle Huérfanos. Después de cumplir 30 años, sus ganas por volver al barrio de juventud eran inmensas, por lo que compró un loft frente a la plaza. Señala que las ventajas de éste es que tiene una vista impresionante de la cuidad y que además la ubicación en que está en torno al sol hace que en el invierno sea temperado y en el verano lo suficientemente fresco.

Otra razón que influyó en su decisión de trasladarse a esta comunidad es que tiene un sistema unieléctrico, es decir que no existe el uso de gas, sino que todo funciona a base de electricidad. En relación a sus vecinos, cuenta que hay de todo. Hay algunos que siempre hacen fiestas hasta muy tarde y otros más tranquilos, muy pocas veces se han producido problemas por temas de convivencia. “Creo que vivir en Brasil es muy entretenido, porque se junta mucha gente de la misma onda, la plaza reúne un ambiente cultural muy rico y además es central. El condominio en que vivo yo es súper agradable, todos se conocen e incluso varios compañeros míos de la universidad están viviendo acá. A veces en la noche hay ruido, pero lo mejor de todo es cuando el viejo sube a la terraza del último piso para tocar sus covers de Pink Floyd”, cuenta Rodrigo refiriéndose a un hombre que las noches de fin de semana se dedica a tocar la guitarra en la azotea del condominio.

Existe otro conjunto de lofts en la esquina de Maturana con Huérfanos 308, el cual fue construido un poco después que Loft Plaza Brasil. Su arquitectura ofrece un diseño un poco más tradicional ya que no se puede apreciar el concreto a simple vista. Sus residentes son adultos jóvenes y sobre todo extranjeros, quienes se sienten muy atraídos por los colores y olores del barrio Brasil. María Cobos hace dos años que compró un loft en este lugar. Debido a su trabajo, tuvo que dejar España, su país de origen, para venirse a vivir a Chile. Entre las opciones que

cotizó, la que más le gustó fue un loft en el primer piso de este edificio el cual incluía un jardín trasero. Cree que el barrio en general es tranquilo y tiene una gran riqueza cultural y arquitectónica, lo cual también se complementa con la variada gama de restaurantes que están distribuidos por toda la zona.” Me gusta mucho salir a comer con amigos al Ocean Pacific y también a Las Vacas Gordas porque tienen comida buenísima y además se junta mucha gente de otros países. El ambiente dentro del condominio es bueno también, eso si que a veces se les pasa la mano con las fiestas”.

domingo, 9 de septiembre de 2007

El arte de la desconstrucción

A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, el barrio Brasil formaba parte de los centros sociales más selectos de la capital chilena y es en él donde se encontraban las edificaciones más exclusivas diseñadas por una serie de arquitectos de renombre internacional, tales como Teodoro Burchart y Gustavo Monqueberg. Con el paso del tiempo, estas edificaciones, que alguna vez fueron consideradas una obra de arte, ahora no son más que un foco de conflicto tanto como para los vecinos del sector, como para las autoridades de la comuna de Santiago.

Julio Pedraza tiene 35 años y hace dos que se trasladó con su mujer y sus tres hijas a la casona ubicada en Santo Domingo 2241. Desde que es un niño pequeño, sus recuerdos son amargos y el sufrimiento ha marcado su vida de forma radical. La entrada a la vida laboral en su caso fue precoz, ya que a los 12 años tuvo que dejar los estudios para junto a su padre comenzar a recolectar cartones y así tratar de apalear la mala situación económica de la familia.

Tras años de estar viviendo en un campamento en Pedro Aguirre Cerda, un amigo le comentó de una casona abandonada en la calle Santo Domingo, lugar en el cual podrían vivir tranquilos y que además los mantendría alejados de los conflictos que últimamente habían tenido con los otros pobladores del campamento. Hasta el día de hoy, Julio y su familia siguen viviendo en esta deteriorada construcción, pero su presencia ha causado una serie de contiendas con los vecinos del sector, quienes afirman que “estas personas no hacen más que tomar alcohol y asustar a nuestros niños, además acumulan basura durante más de un mes adentro y el olor es cada vez más insoportable”.

Situaciones como la descrita anteriormente no hacen más que sacar a la luz una realidad que es ignorada tanto por las autoridades como por el común de las personas que diariamente transitan por las calles del barrio Brasil. Sin embargo, los más antiguos residentes del sector son los que más lamentan el evidente estado de destrucción de estas antiguas edificaciones, que en su momento fueron diseñadas especialmente para ese barrio y pensadas minuciosamente como un complemento al entorno artístico que se vivía ahí en esa época.

La fuerza de la urbanización provocó que las antiguas casonas esparcidas por toda la zona fueran poco a poco convirtiéndose en verdaderos escombros y que todos los recuerdos que éstas albergaban se fueran desvaneciendo como polvillo en el aire. Pareciera que son sólo un par de ratas que tratan de colarse por un agujero de la antigua casona de color burdeo añejo, quienes tratan de revivir sus recuerdos vividos ahí y se niegan a que esta bohemia construcción sea olvidada y opacada por la fuerza de la modernización.

La junta de vecinos “Santa Ana”, ubicada en Santo Domingo 2020, a pasos de la casona en cuestión, ha recibido durante el último tiempo una gran cantidad de denuncias por parte de los vecinos, quienes alegan falta de preocupación de las autoridades en torno a este tema y aumento del número de robos a domicilios. La presidenta de esta corporación municipal, la señora Sara Ahumada, ha sido intermediaria entre la opinión de los vecinos y las autoridades correspondientes, pero pocas han sido las soluciones que el alcalde y los funcionarios han brindando a este problema.

“Nosotros como representación de los vecinos, nos hemos tenido que hacer cargo de esta situación ya que las autoridades no consideran este problema como algo urgente y cada vez lo aplazan más. Gran parte del deterioro de las construcciones de nuestro barrio se debe a la falta de recursos que se han destinado a este fin, y sentimos que cada día se pierde más la identidad de nuestras calles.”

No sólo el descuido de las casonas es lo que preocupa a las personas, sino que también éstas mismas se han ido poco a poco convirtiendo en hogar para indigentes como Julio Pedraza, y además en refugio de delincuentes oportunistas.

Al pasar por afuera de ese lugar se ven varios hombres de aspecto demacrado y barba larga macheteando algunas monedas, cuyos semblantes delatan una cuota de agresividad y represión. Luego de un momento, uno de ellos saca un encendedor y prende un papelillo con marihuana, el cual parece ser lo único que estos hombres se han llevado a la boca en todo el día. A pesar de los prejuicios que esta imagen pueda causar, según los vecinos, no son estas personas quienes estarían causando problemas.

“Los indigentes que se juntan afuera de la casona roja no molestan a nadie, salvo cuando se juntan a tomar y meten ruido en la noche. Son más bien los ladrones de cuello y corbata los que preocupan a los vecinos del barrio, ellos se aprovechan y cuando alguien pasa por afuera le quitan la cartera y salen corriendo”. Cuenta doña Carmen Encalada, quien hace un mes fue víctima de un lanzazo en la esquina de Av. Brasil con Santo Domingo.

Utopías escondidas en la ciudad


Fósiles de aristocracia y aromas añejos a oligarquía forman parte de la historia del epicentro cultural y social más importante del Barrio Brasil. Anhelos de modernización y necesidad de progreso son los protagonistas y responsables del deterioro de los recuerdos que alguna vez se refugiaron en la Plaza Brasil, y que poco a poco se han ido difuminando hasta perderse entre las nubes obscuras que se pasean sin pudor por el cielo santiaguino. Este espacio de encuentro, rebosante de bohemia y memorias, ha sido testigo de la evolución forzada que ha experimentado la sociedad, pero nunca ha podido manifestar su desacuerdo en torno a ella, teniendo que callar sin apelaciones.

Junto con los primeros atisbos de sol, miles de chilenos se levantan día a día para llevar a cabo la monótona rutina a la que se encuentran condenados. Algunos ya resignados ante esta situación, no han encontrado mejor solución que convertirse en súbditos de la producción, en tanto, aún existen otros que jamás se acostumbrarán a la idea de trabajar para vivir y sueñan con el ocio eterno. Ya caída la tarde, es posible ver a algunas de estas almas presas del trabajo compartir un momento junto a sus hijos en la Plaza, instancia que por un minuto deja de lado su rol de adulto responsable y los acerca a su infancia de antaño.
Independiente de los años de vida o la experiencia, existe un elemento en ese lugar que ejerce un efecto embelesador en las personas, y quien sea que lo vea, se preguntará cual es la historia que esconden esos gigantes de colores. Son los juegos infantiles característicos de la plaza los que le dan vida y sabor al irrumpido recinto y además sumergen a cualquier mente en un trance de figuras abstractas.
Las formas de estos singulares juegos, conforman la utopía máxima de cualquier niño, ya que reúnen altura, colores y rareza dentro de una misma silueta. Dentro de las seis figuras que se pueden apreciar, hay una que sin duda atrae de forma extraordinaria a los pequeños exploradores. Su estructura está conformada por una gran cabeza que simula un hambriento dragón azul, luego le sigue el cuello por el cual se deslizan los niños y finalmente está el gigante pie que logra mantener en la tierra a esta gran bestia. Hacia el lado izquierdo, se asoma una imponente montaña de color gris claro, la cual en su estructura lleva incluida una pequeña escalerilla que permite que los niños asciendan a lo que ellos llaman “lo más alto del mundo”.

Este mundo de travesuras y diversión permite a los infantes entrar en una dimensión desconocida y ampliar su basta capacidad de imaginación. Cuando la luna comienza a revivir de su siesta diurna, le exige al sol que vaya a descansar y le promete que hará todo lo posible por alumbrar. Sin embargo, la tenue luz proyectada durante la noche no alcanza a espantar a los grupos de jóvenes que todas las noches sagradamente se reúnen en torno a los juegos infantiles. Entre grafitis y colillas de cigarrillos, estos gigantes coloridos tratan de hacerse los dormidos para que los irreverentes adolescentes no noten su descontento. Son ellos quienes ven las dos caras de la Plaza Brasil, pero nunca nadie sabrá qué es estar en sus zapatos.

Un poco de historia ...

La Región Metropolitana ha sido testigo de una serie de cambios que han dado paso a la modernidad y a la urbanización acelerada. Cada día es más frecuente ver condominios sobre los cerros, centros comerciales y colegios ubicados en la periferia de la ciudad, lo cual es un importante indicio de la enorme expansión que ha sufrido nuestra capital durante las últimas décadas. Algunas de las consecuencias que este avance ha ocasionado es que gran parte de los barrios emblemáticos de la ciudad han ido quedando en el pasado y su esencia poco a poco se ha ido oscureciendo. En el sector poniente de Santiago, más específicamente en la comuna de Santiago Centro, está ubicado uno de los barrios más característicos de la capital: Brasil. Este sector cuyo nombre nace a partir de su calle principal, Avenida Brasil, está delimitado por las calles Agustinas, Panamericana Norte-Sur, Rosas y Ricardo Cumming y se encuentra perpendicular a la Av. Del Libertador General Bernardo O’Higgins. Desde sus principios hasta hoy, Brasil es considerado un lugar con identidad propia y rebosante de bohemia y cultura, lo cual le ha permitido sobrevivir en alguna medida a la feroz irrupción del hombre y sus máquinas.

A mediados de los años veinte, el Barrio Brasil nace como cuna de la alta sociedad santiaguina y es en él donde se concentraba la preponderante oligarquía criolla de esos tiempos. Este elegante y exclusivo sector albergaba a las familias más adineradas de la aristocracia chilena, quienes cada tarde se reunían en la Plaza Brasil para lucir sus refinados atuendos y enterarse de los últimos chismes.
Los residentes de este barrio se encontraban totalmente ajenos a la realidad del resto del país e incluso del mundo, el cual estaba viviendo las consecuencias y difícil situación de post guerra. Con el pasar de los años, cientos de inmigrantes dedicados al comercio y la industria, integrantes de partidos políticos radicales y banqueros comenzaron a poblar las calles del Barrio Brasil. Todas estas personas conformaban la clase media ascendente del país, lo cual causó gran disgusto en los antiguos residentes, ya que se suponía que el sector fuera sólo para miembros de la elite santiaguina. La llegada de estos trabajadores no sólo generó un cambio en la estructura de la zona, sino que además una modificación en sus edificaciones, las cuales en un principio tenían un estilo neogótico y que poco a poco se fueron mutando hasta llegar al estilo neoclásico o tradicional chileno. Junto con el gobierno de Alessandri, las generaciones de la laboriosa clase media fueron apoderándose cada vez más de esta área, lo que generó la inminente migración de las clases altas hacia el sector oriente de la capital, situación que también afectó a otros sectores aledaños. A pesar de las mutaciones que este lugar sufrió durante la década del cuarenta, a comienzos de los años noventa sus calles comienzan a renacer y su voz se escucha un poco más fuerte. Ante la agitada vida santiaguina de ese tiempo, surge la necesidad por parte de intelectuales y artistas de levantar el Barrio Brasil y convertirlo en un centro cultural y foco de inspiración para sus obras de arte. Así comienza una etapa de reconstrucción y restauración de antiguos edificios, la Plaza Brasil se viste de colores mediante la presencia de llamativos juegos infantiles y se potencia el área gastronómica y comercial lo cual permite la revaloración de la zona.

http://portalbarriobrasil.cl